tag:blogger.com,1999:blog-60918674731667830862024-03-12T16:33:50.071-07:00.MEMORIAS DE UNA PROSTITUTA HURAÑAASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.comBlogger23125tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-91244940326822448152010-09-10T12:50:00.000-07:002010-09-10T13:03:42.305-07:00Today for you, tomorrow too<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDM_DelFrn2Qi0c_gHMRjD-1rQwjPGTkl5vqI_1dhqyXHN5s5bTTNjprJskzQKpDpPeVPMXNjdSNp_Ny5rAfPuYSkXr6zUtmKoDoM5w1XJB3VuCfOzmKG85ZcEWnLPXi99lkDtQ5fz0Ew/s1600/tumblr_kxq88g1A8p1qzpr8ro1_500.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5515375120970569362" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 355px; CURSOR: hand; HEIGHT: 400px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDM_DelFrn2Qi0c_gHMRjD-1rQwjPGTkl5vqI_1dhqyXHN5s5bTTNjprJskzQKpDpPeVPMXNjdSNp_Ny5rAfPuYSkXr6zUtmKoDoM5w1XJB3VuCfOzmKG85ZcEWnLPXi99lkDtQ5fz0Ew/s400/tumblr_kxq88g1A8p1qzpr8ro1_500.jpg" border="0" /></a><br /><div align="center">Tus tormentos/as. Quiero estar. ¿Quieres que esté? ¿Y yo qué? ¿Y yo? ¿Qué?</div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-74545240035815808202010-07-29T12:11:00.000-07:002010-07-29T12:21:13.484-07:00Mazinger Z<div align="justify">1. </div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"></div><div align="justify">Venía buscando tu mirada desde ya hacía un tiempo, aunque no con demasiado empeño, aunque no con ningún plan premeditado, aunque sí con la hormiguita voluntad de que fueras tú quien buscara la mía. O quizás mi empeño y mi plan premeditado se estuvieran desarrollando bajo ésta prudente otra forma. Fuera como fuera, aguanté un largo recreo entrenándome en el juego de tirar la pelota contra la pared y que ésta me la devolviera, mirándote de reojo mientras se la golpeaba, esperando a que hicieras algo. Hasta que un día cogiste la pelota al vuelo tras mi impulso, que para entonces se había convertido en unas bragas horribles con estampado de leopardo. Ahí se estableció el nexo que precede a la mirada; pocas veces hay un nexo que preceda a la mirada, pocas veces es significativo, seguramente no lo fue para nada. Pero me gustó pensar que, aunque aún no lo supieras, ibas a. Y muy pronto.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-20088760564914519252010-05-17T15:51:00.000-07:002010-05-17T16:35:40.925-07:00I<div align="left"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJL99Zo5VM2ywwLasecY-jrwh3QNYR4wDpDbPweEzyZCSRk0s1l9TeqSU-m633JfPX-WyI9k3T_eclk2F11erwyU7_klq89K5iMMTHNGEQcZGq8b89Y8LSuk67RCytleGDIpBV_BM7QOI/s1600/schiele.bmp"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5472383120490705042" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 265px; CURSOR: hand; HEIGHT: 400px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJL99Zo5VM2ywwLasecY-jrwh3QNYR4wDpDbPweEzyZCSRk0s1l9TeqSU-m633JfPX-WyI9k3T_eclk2F11erwyU7_klq89K5iMMTHNGEQcZGq8b89Y8LSuk67RCytleGDIpBV_BM7QOI/s400/schiele.bmp" border="0" /></a><br /><span style="color:#666666;">Egon Schiele, <em>Girl with Black Hair </em>(1911)</span><br /><br /><br /><br />Es la mirada exhausta<br />–y una luz que se apaga–<br />ante la confirmación de una certeza,<br />prudentemente ignorada,<br />cuyo rostro nadir<br />señala ahora con dedo lacerante.<br /><br />Una nuca aprisionada por los cinco dedos de las dos manos.</div>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-83468084645894414392010-04-21T16:50:00.000-07:002010-05-18T13:31:11.943-07:00Alabama Blues<div align="justify"><em><blockquote><div align="justify"><em><a href="http://searchservice.myspace.com/index.cfm?fuseaction=sitesearch.results&type=Music&qry=sorkun&submit=Search&orig=music_home_search">I never will go back to Alabama</a></em></div></blockquote></em><em></em></div><div align="justify"><em>El desapego</em>. Después de valorar lo que tenía, lo que no tenía, lo que podría haber tenido, lo que esperaba tener y lo que, una vez perdido, azoradamente echado en falta, había decidido que el desapego sería el modo definitivo de eludir el desengaño. Entre otras cosas -y de entre esas, quizás, la mas trivial-, nunca volvería a leer la que consideraba “su novela favorita”, llena de notas al margen, de subrayados de trazo vehemente y de esquinas dobladas. Ya no volvería a doblar esas esquinas, sus preciadas y añoradas esquinas que llevan hasta Alabama. Porque desde ahora Alabama no iba a ser más que Miniápolis, Moscú o La Habana. Desde ahora, Alabama iba a ser solo una región del sureste de Estados Unidos. </div><div align="justify"></div><div align="justify"></div>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-2956295925080939142010-04-12T15:14:00.000-07:002010-04-12T15:30:08.617-07:00Lluvia de ideas<span style="color:#ffffff;">.</span><br /><span style="color:#ffffff;">.</span><br /><span style="color:#ffffff;">.</span><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzsY0cOL1RKKLwn3QWv-B7IzJy3wWDNzid742Hl5cLYtLIOGvqv4JckpObpal4Fle_FSY_qhSWpyszRJ7UbRR_hiM0UqX6Mngi77AniEF3WLR7JyrelIm6QKebk9DS_wOp-xvfvpV4vNQ/s1600/grifo+2.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5459381140636873458" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 248px; CURSOR: hand; HEIGHT: 400px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzsY0cOL1RKKLwn3QWv-B7IzJy3wWDNzid742Hl5cLYtLIOGvqv4JckpObpal4Fle_FSY_qhSWpyszRJ7UbRR_hiM0UqX6Mngi77AniEF3WLR7JyrelIm6QKebk9DS_wOp-xvfvpV4vNQ/s400/grifo+2.jpg" border="0" /></a><br /><div></div><br /><div></div><br /><div>Un cráter oxidado</div><br /><div>El agujero negro</div><br /><div>Regar petunias</div><br /><div>Fecundar</div><br /><div>Absorber</div><br /><div>Ser absorbido</div><br /><div>Dar </div><br /><div>Re...</div><br /><div>Un cráter oxidado</div><br /><div></div><br /><div>Recibir un cráter oxidado</div>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-51784744844568092042010-01-20T13:17:00.000-08:002010-01-20T13:27:08.056-08:00Tierra de nadie<div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGRDRj5QeBGcu-yzbVgY7FzqcA5JlgNhDHbz_zUhIOAixRHHrPqiXtQIFb8f__cAHPB7jzsG-o8ZxPwZu8-beXWlzoYIU2ix3E3Srde1Enpu1JGdIujlCeG_ga5oEu5Xup-cLQptyXd00/s1600-h/motel.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5428934834858099218" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 266px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGRDRj5QeBGcu-yzbVgY7FzqcA5JlgNhDHbz_zUhIOAixRHHrPqiXtQIFb8f__cAHPB7jzsG-o8ZxPwZu8-beXWlzoYIU2ix3E3Srde1Enpu1JGdIujlCeG_ga5oEu5Xup-cLQptyXd00/s400/motel.jpg" border="0" /></a><br />«Sean cuales sean sus aspectos, lo cotidiano posee ese rasgo esencial: no se deja aprehender. Escapa. Pertenece a lo insignificante, y lo insignificante carece de verdad, de realidad, de secreto, aunque es quizás también el lugar de toda significación posible».<br /><br />M. BLANCHOT</div>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-73363079951634774902010-01-18T04:26:00.001-08:002010-01-18T04:38:07.343-08:00Melinda, ciudad invisible<span style="color: rgb(255, 255, 255);">.</span><span style="font-size:78%;"><br /></span><div style="text-align: right;"><br /><span style="font-size:78%;">Habíamos dejado demasiadas casas con prisas en el pasado<br />y las habíamos dejado de cualquier manera o hechas un desastre,<br />o si no nos habíamos ido sin pagar el alquiler.<br /><br />RAYMOND CARVER</span><br /></div><br /><br /><div style="text-align: justify;">Melinda es como tú quieras que sea. Desde el habitante más genuino hasta el que sólo la franquea para dirigirse a su destino, pasando por el inmigrante del este y el turista del oeste, todos ellos tienen derecho a opinar sobre ella y a modificarla a su antojo. El capricho de cualquiera se ve saciado en Melinda: el cielo puede ser cian, turquesa, lapislázuli, aguamarina —incluso verde, magenta o morado— según el pie con el que te hayas levantado hoy, pero mañana, si quieres, puede ser de otro color y estar seis palmos más cerca de tu cabeza que el día anterior. Es lo que viene a ser un traje a medida que, por mucho que oscile la topografía del cuerpo a lo largo de los años, siempre tendrá sus costuras bien amoldadas a cada surco de la piel.<br /><br />Cada día y varias veces en un mismo día, Melinda reinterpreta, reinventa y reedita su apariencia dando lugar a nuevas formas <span style="font-style: italic;">cartografiadas</span> o <span style="font-style: italic;">inimaginables</span>. Su inconmensurable versatilidad, sin embargo, hace que no tenga una identidad axiomática a la que apelar ni un referente común con que uno pueda sentirse seguro y protegido en una noche de invierno de cielo morado (que quizás es la cálida mañana color turquesa de nuestro compañero de piso, si atendemos a lo antes dicho).<br /><br />Después de un tiempo —o tan sólo de un rato—, Melinda, una de las que habías creado, pierde todo el interés que pudiera haber tenido en un principio: es hora de dar paso a una nueva. Uno se despide de sus <span style="font-style: italic;">Melindas</span> con el mismo ímpetu delirante con que liquida las últimas tareas de la oficina y corre para poder coger el tren de las nueve y siete con toda esa muchedumbre anónima que también regresa a sus casas al caer la tarde. Ese afán de mutabilidad hace que no te puedas encariñar ni amar a una por encima de cualquier otra, y no sólo eso, sino que también es habitual que cada vez sean más y más concretas tus exigencias hacia lo que ella puede ofrecerte.<br /><br />Nadie cree que Melinda vaya a aguantar mucho en esta trepidante carrera transformativa, pero, mientras no se queja, todos siguen embadurnándola con el inconstante cariz de sus ambiciones y de sus frustraciones.</div>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-90757420096950339742010-01-09T12:49:00.000-08:002010-01-16T13:05:04.892-08:00En un momento cualquiera<span style="font-family:georgia;">Golpeó su espalda contra los azulejos de la cocina<br />y fue resbalando hasta el suelo sin prisa.<br />Lamentó haber olvidado el vino encima de la mesa,<br />demasiado lejos de ahí abajo,<br />demasiado cansada para levantarse, para cogerlo.<br />Prefirió estar consciente y sentada<br />que borracha y de pié.</span><br /><br /><br /><br />... y en un momento cualquiera, en un lugar cualquiera,<br />seguro que alguien también estuvo <a href="http://lehipster.blogspot.com/">cayendo</a>.ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-28413654396770543902009-11-20T12:39:00.000-08:002010-01-20T13:31:58.521-08:00Una danza inútil<div align="justify"><strong>La historia va de preludios y de autómatas.</strong></div><div align="justify"><strong><span style="color:#ffffff;">.</span></strong></div><div align="justify"><em></em></div><div align="justify"><em>Sólo el circular y obsesivo golpear nuestras cucharitas contra las paredes de la taza de café. Y una Modigliani exhibiéndose orgullosa después de años de clausura por ser considerada demasiado obscena. Y, también, por supuesto, gracias a Dios, la</em> Gnossiene nº3<em> o la</em> nº4<em> -¿qué más da?- solapando nuestra suerte de conversación y nuestras muecas ortopédicas, intentos de sonrisa complaciente.</em></div><div align="justify"><em><span style="color:#ffffff;">.</span></em></div><div align="justify"><span style="color:#000000;">(...)</span></div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify">El ya lento bamboleo de la cuchara está empezando a trepanar la cerámica y su ruido, nuestros nervios. La putita de Modigliani parece estar absorbiendo el último resquicio de autoconfianza que nos quedaba. Pero, lo peor de todo: hemos asumido el piano de Satie como algo más en el ambiente y estamos ridículamente desnudos el uno frente al otro. </div>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-39039821088147256982009-09-09T14:58:00.000-07:002009-10-16T16:20:46.488-07:00Ni entero ni entregado<span style="color:#ffffff;">.</span><br />Está bien. Seré dulce y obediente<br />o lo pareceré. Te da lo mismo:<br />Necesita, de pronto, tu egoísmo<br />que yo me quede así, sumisamente,<br /><br />Sin sufrir, sin dolor, sin aliciente,<br />sin pasiones al borde del abismo,<br />sin mucha fe ni un gran escepticismo,<br />sin recordar la esclusa ni el torrente.<br /><br />Necesitas las llamas sin el fuego,<br />que el fuego del amor no sea un juego<br />y que esté el rayo aquí, sin la tormenta.<br /><br />Quieres que espere así, sin esperarte,<br />que te adore también sin adorarte<br />y estar clavado en mi, sin que te sienta.<br /><br /><br />JULIA PRILUTZKYASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-58763578656165882062009-08-23T07:56:00.000-07:002009-08-23T08:16:03.560-07:00Ir, volver<div align="center"></div><div align="center"><span style="font-family:georgia;"></span><span style="font-family:times new roman;"></span><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6OTN52FwKwenYFfd_Mr9wEnYrOD-2AfUOWQGJSVtV-fBZgtcy7q04k_wEZP03J0CbbEzL22C5k2RzUxLgVxoEUpy-_2eA69tgVyjjQEaGol4lZf6GUH3p1DOWVnAHmzmpK6iOUceBe_Q/s1600-h/vuelta+de+madrid.jpg"><em><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5373173796489302658" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 300px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6OTN52FwKwenYFfd_Mr9wEnYrOD-2AfUOWQGJSVtV-fBZgtcy7q04k_wEZP03J0CbbEzL22C5k2RzUxLgVxoEUpy-_2eA69tgVyjjQEaGol4lZf6GUH3p1DOWVnAHmzmpK6iOUceBe_Q/s400/vuelta+de+madrid.jpg" border="0" /></em></a><span style="font-family:georgia;"><span style="font-size:85%;"><strong><span style="font-family:arial;"> Cuando algo se aleja, algo se acerca</span></strong> </span></span></div><div align="center"><em><span style="font-family:georgia;font-size:130%;color:#ffffff;"><strong>.</strong></span> </em></div><p><em></em></p><p><span style="font-size:78%;">Foto: volviendo de Madrid.</span></p>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-29983950051761664792009-08-18T12:56:00.000-07:002009-08-18T14:33:35.870-07:00La Ciudad Genérica<div align="justify"><strong>Comentario a partir de la reflexión de Rem Koolhaas en <em>La Ciudad Genérica.</em></strong></div><div align="justify"><strong><em><span style="color:#ffffff;">.</span></em></strong></div><div align="justify"></div><div align="justify">El barrio de Brixton no es lo mismo que el espacio que rodea, que encarcela, la <em>Circle line</em> de metro. Ambos lugares se encuentran en Londres, el primero en la periferia y el segundo en el centro. “El Centro” lleva consigo la pesada responsabilidad de no dejar de ser nunca encantador, tanto para sus ciudadanos (el centro es su orgullo) como para sus visitantes. Tiene el compromiso de ser, simultáneamente, el más viejo y el más nuevo; el más conservador y el más innovador. En definitiva, debe estar a la última y afrontar los retos de todas las oleadas de modernidad que le sobrevengan y, a su vez, debe evitar que éstas hagan vulnerable su autenticidad, su identidad. Madonna<span style="color:#ff6666;">(1)</span> lo ha sabido hacer, ha sabido adaptarse a los tiempos sin dejar de ser ella en esencia, por eso todavía hoy sigue encandilando a su público de siempre y también a las nuevas generaciones. Pero, para las ciudades, incorporar la modernidad en la antigüedad (autenticidad) sin devaluar ninguna de las dos ha sido y sigue siendo una tarea muy ardua. Los centros sobrellevan esta enfermedad bipolar como buenamente pueden: unos fusionan ambas esferas en el mismo radio, haciéndose cada vez más grandes y grotescamente eclécticos; otros dejan fluctuar las nuevas corrientes de forma demasiado hospitalaria, mutilando así la identidad del centro; y otros (una minoría) optan por soluciones tan peregrinas, tan dantescas, como las que ha tomado Zúrich, construyendo la(<em>s</em>) modernidad(<em>es</em>) bajo tierra y dejando intacta su esencia en la superficie.</div><div align="justify"><br />Por suerte o por desgracia, la periferia, la “Ciudad Genérica” de que habla Rem Koolhaas en su libro, no tiene ese deber representativo que tiene el centro. No debe ser Madonna, sino el dueto “chapero” Milli Vanilli. La periferia puede -de hecho, debe- reinventarse constantemente en función de sus necesidades. No tiene identidad, o al menos no tiene una identidad única e inmutable, lo cual es sinónimo de inexistente. En palabras extraídas literalmente de Koolhaas: «Es “superficial” -como un estudio de Hollywood, puede producir una nueva identidad cada lunes por la mañana». El autor nos describe, minuciosa y pautadamente, los rasgos más definitorios de la Cuidad Genérica en cada uno de sus ámbitos: población, urbanismo, política, sociología, <em>lipservices</em>, arquitectura, geografía, identidad, cultura, etc. <em>Grosso modo</em> –para no repetir todo lo que ya aparece en el texto-, la ciudad que aquí se refiere es la huella o, mejor dicho, la continuación (aún hoy sigue palpitando) de la explosión urbanística –consecuencia de una previa explosión demográfica- que nos ha legado la última década del siglo pasado. La Ciudad Genérica se dibuja como un territorio homogéneo y heterogéneo a partes iguales. Lo primero, por la estandarización y esterilización de sus formas arquitectónicas, sus prestaciones, etc.; lo segundo, por la multiculturalidad que la habita. Es una ciudad dormitorio; un nido de vida -sosegada, por cierto- entre las malezas. Es tan polifacética (china, paquistaní, judía, africana, etc.) que no tiene cara. No tiene carácter, ni un pasado común, ni unos buenos cimientos, ni un futuro cierto. El pragmatismo es el dogma de los que la crearon y abandonaron a su suerte a una edad prematura, de modo que la Ciudad Genérica suele funcionar como una especie de organismo biológico (o eso es lo que cuenta el humor descocado de Koolhaas).</div><div align="justify"><br />¿Cuáles son las peculiaridades de la Ciudad Genérica? La única peculiaridad que tiene esta suerte de modelo urbanístico es, precisamente, que no tiene ninguna. No existe el patrimonio ni rastro alguno de identidad compartida. Su sello, por decirlo de alguna manera, se reduce -en el mejor de los casos- a algún emoticono simplista y pueril que sus habitantes producen y reproducen en cualquier sitio: en el menú de un restaurante, en el rótulo de algún centro comercial, etc. Un monumento histórico, un museo costumbrista, los vestigios de un templo romano o la exuberante presencia de una catedral gótica son elementos que contribuyen a crear una memoria colectiva, una identidad común a todos los habitantes de una localidad. Todos esos componentes enorgullecen a sus ciudadanos y despiertan la curiosidad de los de territorios extranjeros. Son los atributos específicos de una comunidad lo que la diferencia de la que está al lado, y son éstos los que la hacen atractiva. La Ciudad Genérica no tiene ningún atributo que la diferencie y la identifique, sino que está completamente deshumanizada. La Ciudad Genérica, por tanto, no es un destino interesante –ni para la mirada extravertida, ni para el propio ciudadano. Cualquier rasgo es mitigado, pasteurizado y, finalmente, pasado por el filtro de la homogenización. </div><div align="justify"><br />El problema de la Ciudad Genérica es taxativo, pero no deja de preocupar la hipotética situación en que puedan verse las metrópolis posmodernas (las <em>postmetropolis</em>, que diría E. W. Soja) en un futuro. Aterra pensar que el modelo “cínico y pragmático” que describe Koolhaas se propague por todos planos urbanísticos: ¿Qué será entonces de la identidad de los territorios? ¿Qué se hará del patrimonio? Margaret Thatcher tiró abajo todas las industrias y en su lugar hizo construir inmensos <em>shopping malls</em>. Luego llegó la nostalgia y empezaron a rehabilitarse y museizarse los restos de “vida” industrial que habían quedado para tener algo con qué identificarse; aunque Birmingham, por ejemplo, sigue siendo poco más que muros de obra vista y grandes centros comerciales en el extrarradio. ¿Dónde acaba la Ciudad Histórica y dónde empieza la Genérica? </div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><span style="color:#ff6666;">(1)</span> Equiparación descaradamente plagiada de otro ensayo urbanista del doctor en Humanidades <a href="http://www.jorgecarrion.com/blog/">Jorge Carrión</a>. El ejemplo era demasiado bueno como para echarlo a perder o encontrar otro de más original. Espero que, si algún día aterriza por estos suburbios de la blogesfera y lo lee, me perdone. Eso sí, la de Milli Vanilli es mía y no es que me sienta muy orgullosa de ello pero hay que decirlo todo, tanto lo bueno como lo malo, ¿no? </div>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-12813335200288835682009-08-10T06:38:00.000-07:002009-08-18T14:16:40.056-07:00Mais c'est un rêve<div align="justify"><strong>La historia va de realidades oníricas.</strong></div><div align="justify"><strong><span style="color:#ffffff;">.</span></strong></div><div align="justify"></div><div align="justify">«Niebla dorada, colcha esponjosa. Otro despertar, pero probablemente no el último todavía. Esto le ocurría con cierta frecuencia: vuelves en ti y te ves, pongamos por caso, sentado en un elegante compartimento de segunda clase, en compañía de una pareja de elegantes desconocidos; la verdad, sin embargo, es que se trata de un falso despertar, un simple estrato de tu sueño, como si te elevaras de estrato en estrato sin llegar nunca a la superficie, sin alcanzar nunca la realidad. Pero tu pensamiento encantado confunde cada estrato del sueño con la puerta de la realidad. Crees en ella, sales conteniendo el aliento de la estación a la que te llevaron fantasías inmemoriales, cruzas la plaza de la estación. Apenas distingues nada, porque la lluvia enturbia la noche, tus gafas están empañadas y lo que quieres es llegar cuanto antes al hotel fantasma que te espera al otro lado de la plaza, para lavarte la cara, cambiarte los puños de la camisa y lanzarte luego a merodear por las calles deslumbrantes. Algo ocurre, sin embargo —un contratiempo absurdo—, y lo que te parecía realidad pierde bruscamente todo picazón y gustillo de realidad. Tu consciencia se engañaba: sigues profundamente dormido. Un sueño incoherente embota tu cerebro. Y entonces llega un nuevo instante de aparente percepción: esta niebla dorada y la habitación de hotel en que te encuentras, cuyo nombre es «El Montevideo». Un tendero que conocías en tu tierra, un berlinés nostálgico, te lo había apuntado en un papel. Pero, a fin de cuentas, ¿quién sabe? ¿Es esto realidad, la realidad final, o de nuevo un simple sueño engañoso?».</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Fragmento extraído de: </div><div align="justify"><span style="font-family:georgia;"><em>Rey, dama, valet</em>, Vladimir Nabokov.</span></div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Es verdaderamente agoviante ir de sueño en sueño tratando de alcanzar la realidad. A mí últimamente me pasa noche sí, noche también. Será que duermo demasiado. ¿Qué opina Freud sobre esto?</div>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-20787519394111215792009-07-22T03:28:00.000-07:002009-07-22T03:44:02.103-07:00Paseo nocturno<div align="justify">Tras vagar por los oscuros e intrincados pasadizos del laberinto das, finalmente, con un prado inmenso que se ha abierto sitio entre las malezas durante las noches de julio de forma casi somática. Se trata de un campo de amapolas de un rojo intenso bañado por un tenue azul pálido que no se sabe de dónde emana. En él se congregan -se diría que por inercia, a juzgar por la pereza de sus gestos- cientos de personas procedentes de lugares cartografiados o inimaginables. Son artistas, aspirantes a artistas, tipos con gustos y costumbres estrafalarias y demás sectores marginales. Marginados y auto-marginados; margina<em>bles</em> en cualquier caso. Sus hombros, espaldas y rostros se agitan impregnados también por el recóndito halo azulado que alumbra la escena. El rojo cada vez se hace más evidente, porque, en vez de arrancar sus tallos, los visitantes traen consigo más y más amapolas en un intento de hacer inolvidable su breve estancia. La atmósfera te resulta hipnótica, densa y pegajosa: es verano en la ciudad condal y el mar queda muy cerca.</div><div align="right"><br /><em><span style="font-family:georgia;">MACBA, julio de 2009</span></em> </div>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-77594423213228850202009-07-12T15:48:00.000-07:002009-07-21T17:00:17.783-07:00Amor líquido II<strong>La historia va a grandes y simples rasgos.</strong> <div><br /><div></div><br /><div><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5357914446372232098" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 301px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj505J5F1Mv_0MD0X6tTjeUBm3lIO-d5E4vQmkBYyAFWF9QCPlZVSMnAACUZT-Qj_iPLt3ats2Q6BemVDA4jSkVLDCPYFk5_5XNwJtmGWvu7ezQ_EuWJQA-ol2RfwIrDfgIzlObxTSCObg/s400/lost+in+translation.jpg" border="0" /><br /><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5357914636902635394" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 287px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQFvLCJTExu6Ec4TZ3eGmNdB_fUAn9yuSe6a8sG12vEJSF8-gCAIS2q93oh-WJ8xew-9yubg841o7I_W6P9ZEiKyBhJHJxfKhxi50zYPBe3B5KmjczOXOEFprAHueXmrlkcB9MzVvef3c/s400/anna+karina+y+x.jpg" border="0" /><br /><div align="center"><span style="font-family:georgia;"><strong><span style="font-size:180%;">Fin</span></strong> </span></div></div></div>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-10993980458535448722009-06-24T15:41:00.000-07:002009-07-09T09:16:40.237-07:00Lo que dejamos perder<div align="justify"><strong>La historia va de detectives, fantasmas e indigestión moral.</strong><br /><br />Me imagino a Catherine O’Flynn sentada delante de la pantalla en blanco del ordenador, remangándose las mangas y diciendo: «vamos a revolver conciencias». Pero, antes que nuestro ego pudiera sentirse turbado por sus intenciones, O’Flynn tuvo que pasear su novela por más de veinte editoriales en un camino largo y cada vez más desesperanzado, hasta que Tindal Street Press, un pequeño sello editorial de Birmingham –ciudad natal de la autora donde todavía reside-, decidiera confiar en su debut literario. Apostó y apostó bien. A día de hoy, <em>Lo que perdimos </em>se ha convertido en un fenómeno editorial en veinticinco países (más o menos el número de portazos editoriales recibidos anteriormente) y ha sido galardonada con tres de los más prestigiosos premios literarios en lengua inglesa: el Costa Award, el Galaxy British Award y el Jelf Group Award. Todo un inesperado éxito que una importante productora ya se ha apresurado en explotar, comprando los derechos del libro y llevándolo a la gran pantalla. Que no le pase nada.<br /><br />Tratar de encajar <em>Lo que perdimos</em> dentro de un subgénero novelístico específico no tiene ningún sentido más que superficial e innecesario. En buena medida, la pieza está contaminada por el aura intrigante que caracteriza al género policíaco, pero no es propiamente una historia de detectives. A su vez, algunos fantasmas (unos más muertos que otros) transitan por los escondrijos del relato, pero no es, en absoluto, una novela de ficción tal y como se suele entender. La <em>opera prima</em> de O’Flynn trata de rehuir la frivolidad de las etiquetas malogradas para configurarse como nada más –y nada menos- que una perfecta radiografía del hombre contemporáneo desde la perspectiva más cotidiana posible; con lo cual resulta fácil, a la par que escalofriante, vernos reflejados en los personajes que en ella aparecen. De este modo, la intriga, los espíritus y el realismo se dan de la mano sin problema y comulgan al unísono con la voluntad de su “dueña”: «vamos a revolver conciencias».<br /><br />Un ente gigante y deshumanizador es el principal elemento inquietante de la novela. Se trata del ficticio centro comercial Green Oaks, situado hipotéticamente en Birmingham, el cual actúa como lugar de confluencia de los personajes y como telón de fondo de sus vivencias. Green Oaks podría referirse perfectamente a cualquier megacomplejo comercial de los que proliferan incansables en la periferia de nuestras metrópolis. Esta clase de espacios austeros e inmensos empezaron a ponerse de moda hacia los años ochenta, erigiéndose –donde antes había fábricas- como los nuevos paradigmas del ocio, un ocio basado estrictamente en la experiencia consumista. ¿Quién no dedica buena parte de su tiempo libre a comprar? A los personajes de<em> Lo que perdimos</em> les pasa lo mismo. Todos ellos son víctimas oprimidas de éste entorno asfixiante que es Green Oaks y, por ende, del mundo en la que viven, o mejor, en el que se sienten atrapados. También nosotros lo somos.<br /><br />Una pesadumbre lacerante emana de los pasillos solitarios y paredes silenciosas del centro comercial para recaer sobre los cuerpos de los personajes; sin embargo, ninguno de ellos parece querer remediar esa sensación de asfixia. Un vigilante nocturno, una dependienta de una tienda de discos, unos cuantos clientes anónimos…; todos ellos están atascados en los engranajes de la posmodernidad, lo cual aceptan con una apatía que suele resultar ofensiva al lector, por bien que él también se sabe cautivo de su propia vida. O’Flynn recoge a sus personajes errantes dentro de un <em>shopping mall </em>y de un giro agresivo e irreverente nos enfoca a nosotros, los protagonistas de carne y hueso, con la nitidez de este espejo que es su novela. En <em>Lo que perdimos</em> los individuos no son propietarios de las riendas de sus vidas. Por conformismo o por obligación, por cobardía o por necesidad, los personajes se dibujan como seres solitarios y aturdidos dentro de una realidad que no les satisface, pero que aceptan por ser ésta el resultado de haber sacrificado toda una serie de sueños en pro de una vida ¿mejor?, ¿más segura?, ¿o más aburrida? No obstante, mientras sus insatisfactorias vidas transcurren con forzada tranquilidad, empiezan a resurgir sin permiso los fantasmas de aquello que creían enterrado.<br /><br />Las apariciones (más bien, alucinaciones) del espíritu de Kate Meany, una niña que solía jugar a detectives en el mismo Green Oaks veinte años atrás antes de desaparecer misteriosamente para siempre, son la personificación de esos fantasmas que vienen a perturbar la calma de aquellos que creen verla vagando en la noche por los pasillos silenciosos del centro comercial. En ella rebota el eco de aquel mensaje subversivo que la autora ha escondido en el interlineado y márgenes del libro: «vamos a revolver conciencias»; vamos a hurgar en ellas, vamos a marearlo todo y vamos a sacar a relucir lo más profundo y oscuro que encontremos. Entonces es cuando los personajes, despojados de sus vestiduras de supuesto bienestar, se nos revelan como individuos estigmatizados por los remordimientos de lo hecho y lo no hecho, culpables de no haber sabido escoger lo correcto en el momento preciso, de haber sacrificado tanto por tan poco. O’Flynn se limita a dejarnos con esta sobrecogedora fotografía sin ningún afán, aparentemente, moralizador. Pero, lo cierto es que, tras cerrar el libro, el lector siente la imperiosa necesidad de reordenar y cambiar algunos aspectos de su vida para que, si un día se le apareciera el fantasma de alguna Kate -un alma inocente, curiosa y llena de vitalidad-, no le pille desprevenido.<br /><br />Por supuesto, la novela también nos ofrece algunas notas de humor británico subministradas, eso sí, en pequeñas y estratégicas dosis. Hay, sin embargo, una mezcla de tedio y tímida sorna en estos escasos soplos de aire fresco (lo que viene siendo el típico <em>british sense of humour</em>), lo cual termina por enfatizar, aún más, la tristeza que caracteriza al relato y a sus personajes. El ojo antropológico y sociológico de la autora, cuya formación en ambas disciplinas es evidente, no puede ni quiere detenerse en una mirada simple y superficial. Por eso, la cotidianeidad de los temas que trata y la cotidianeidad –también- con que lo hace no son, ni mucho menos, indicios de una actitud poco implicada por parte de la autora, sino el resultado de un minucioso análisis del mundo en el que vivimos y de las personas que lo transitamos. <em>Lo que perdimos</em> es, pues, una novela insultantemente ordinaria, terriblemente real.<br /><br />Me imagino a Catherine O’Flynn expresando con palabras todo aquello que Edward Hopper –con sus escenas de autómatas melancólicos- solo llegó a mostrarnos con sus pinceladas de grises policromos, cuando una serie de cambios y el progreso irrefrenable empezaban a anunciar intuitivamente el advenimiento de una nueva era: la que <em>Lo que perdimos</em> nos (<em>re</em>)cuenta.<br /><br /><br /></div><div align="center"><span style="font-size:85%;"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5351031413022196882" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 226px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjVtd5sj0-JhhGkdyNvaTRK445ETkqxxZBUrZRoUvac_WlvQcx_5-uo4_jMEhRuvpP8_A7rHNs_JhngRbxOdL0n9nxmItPtNug-qcTC2qJMU0NzZUD90NM5vfbeCPFuVTLdnnQSe_ipAI/s320/145417Edward_Hopper_summer-evening.jpg" border="0" /></span></div><p align="center"><span style="font-size:85%;">E. HOPPER, <em>Summer evening</em></span></p>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-46459077693933874982009-06-20T16:30:00.000-07:002009-07-09T09:17:25.126-07:00Patrimonio y turismo<div align="justify"><strong>Me han publicado un artículo en </strong><a href="http://paisajetransversal.blogspot.com/"><strong>http://paisajetransversal.blogspot.com/</strong></a><strong>. Es un blog crítico de urbanismo, arquitectura y paisaje en general cuya voluntad es la de integrar distintas voces y enfoques sobre el tema. Es una iniciativa realmente interesante, no dejéis de echarle un ojo.</strong></div>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-28099643525847924092009-06-09T04:37:00.000-07:002009-07-09T09:20:17.489-07:00Estima<strong>La historia, hoy, es simplemente ilustrada.</strong><br /><br /><br /><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5345296373315793682" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 228px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvNMEMB53qaj2XY_PBJHYuqZu2f0g5_2j7PhEW9iWfpHsE2uDYfRXeO0LyR9vVxA8-rl1EKljBcF7eR2AK5K2Gdb8PEU38ib78IjtH_jfSVX6n1TqP7Xs0KxjAyHJJbZj8R5A4nO6CQYc/s320/klimt-gustav-die-erfuellung-1909-8700376.jpg" border="0" /><br /><br /><div align="justify">La gratitud de ser escuchado, comprendido y valorado positivamente, creo que no la había sentido nunca tan fuerte como ahora.</div>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-11751689773399725252009-05-29T06:15:00.000-07:002009-07-09T09:18:19.801-07:00Sinfonía de polos opuestos<strong>La historia va de orientales, occidentales y catastrófico <em>New deal</em>.</strong><br /><br /><br /><br /><p><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5341238256808713282" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 214px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9NUoNupRFm7q3HAqoG1Y-MBo3gTfdBttyxLWUSxYJRTER8hNcakujkTajNuOVmCzGHZ374rubTSD1axPYJGdIRr4LtkHCY2FninhgT2QsxZZLih6t7qmpassaGOB40bIIV4iU6wwhwn0/s320/18959771.jpg" border="0" /></p><p align="justify"><br />No forma parte del panteón cinematográfico norteamericano en ninguno de sus aspectos, lo cual basta para pronosticarle con casi total firmeza un triste porvenir. Un director y guionista como Tom McCarthy, más asiduo sobre la pantalla que detrás de ella; un personaje principal como Richard Jenkins, arraigado actor de reparto pese a su brillante labor interpretativa; otros tres actores como Haaz Sleiman, Danai Gurira y Hiam Abbass, que nos suenan más a postres de un restaurante libanés que a honorables deidades hollywoodienses; y un escaso presupuesto; son factores que condenan cualquier película sin piedad, obligándola a pasar sin pena y sin gloria por la historia del cine. Sorprendentemente y lejos de las conjeturas, <em>The Visitor</em> ha conseguido generar un cierto interés y un moderado éxito más allá de las fronteras del cine independiente sin dejar de ser fiel al credo <em>indie</em>. En realidad se trata de una modesta victoria al lado de otras producciones, pero es de la que no se gana con galardones favoritistas.<br /><br />McCarthy debutó como director en 2003 con <em>The Station Agent</em>, traducida al español como <em>Vías Cruzadas</em>, y ahora repite experiencia -y triunfo- con esta delicada historia sobre las relaciones humanas expresada a través de contrastes y de convergencias. Walter Vale, interpretado por el hasta ahora discreto Richard Jenkins, es un viudo profesor universitario que deambula buscando, sin mucho empeño ni mucho éxito, algún aliciente que le devuelva las ganas de vivir. Hasta que un buen día es enviado a Nueva York por cuestiones de trabajo y al llegar a su olvidado apartamento se encuentra con unos desconocidos inquilinos que llevan dos meses viviendo allí, víctimas de una estafa inmobiliaria. Son el sirio Tarek (Haaz Sleiman), su novia, la senegalesa Zainab (Danai Gurira), y más tarde su madre, Mouna (Hiam Abbass), quiénes contribuirán al progresivo resurgimiento emocional de Walter, por bien que ello será, en buena medida, gracias a una serie de complicaciones.<br /><br /><em>The Visitor</em> es una sinfonía de duetos protagonizada por voces completamente dispares que topan aquí con una excusa para encontrarse y convivir. De la historia se desprenden dos discursos distintos: uno de carácter social, como es el tema de la imigración, y otro con un tono más personal, como es el paulatino renacer de la ilusión perdida. Si bien ambos se desarrollan paralelamente a lo largo del film, el segundo lo hace de forma positiva en detrimento del primero, el cual sufre una evolución regresiva. Por otro lado, el temperamento frio y distante que caracteriza a los personajes al principio del relato guarda algunos ladrillos con los que cada uno de ellos está dispuesto a construir un puente de unión, de modo que la hostilidad inicial termina por convertirse en empatía y comprensión. Todo esto reforzado a través de la música, la cual podríamos considerar un personaje más de la historia. Walter, en uno de sus infructuosos intentos de encontrar algo que motive su existencia, prueba de aprender a tocar el piano, aunque ello solo le sirve para sentirse aún más fracasado. En cambio, cuando Tarek le descubre el <em>djembé</em>, la vida del protagonista empieza a reanimarse a ritmo de percusión. El contraste entre la sobriedad del piano, tan representativo del mundo occidental, y la fogosidad de los tambores africanos es otra de las dualidades convergentes de esta historia.<br /><br />Es la concomitancia -a veces, incluso, la fusión- inesperada de estos contrastes, lo que convierte a <em>The Visitor</em> en una pieza realmente encantadora; sin dejar de lado, por supuesto, el increíble trabajo de las personas implicadas en el proyecto, a pesar de no ser éstas de las más destacadas del “mundillo” cinematográfico, al menos no en el rol que aquí les ha tocado jugar.<br /><br />El más reciente film de McCarthy se podría catalogar como un drama contenido que, incluso en la situación más adversa, nunca deja de mantener su compostura, evitando caer así en el recurso fácil de las emociones sobrecargadas. Por otro lado, el espectador es el niño pegado al cristal del escaparate que admira el juguete que le traerán los Reyes Magos y, al mismo tiempo, es ese mismo niño desconcertado después de abrir todos los paquetes y descubrir que lo que tanto deseaba no está. <em>The Visitor</em> nos ofrece un bonito y ameno diálogo intercultural -quizás un poco idílico, pero no imposible- en el que todos los personajes son visitantes que progresivamente van despojándose de sus prejuicios y abriéndose al otro, y por tanto, a ellos mismos. En contraste y basándose en el tema de la inmigración musulmana en EUA, la película desmiente una vez más el <em>American dream</em>, aquel discurso sobre una tierra utópica con oportunidades para todos que ya nadie se cree.<br /><br />De este modo, uno ya no sabe si creer en el optimista diálogo y encuentro que promulga J. M. Esquirol en su libro <em>Uno mismo y los otros</em> (Herder, Barcelona, 2004), o hacer caso a Rousseau cuando dice que el nacimiento del sentido de la propiedad ha llevado a nuestra especie al ocaso. Seguramente lo más plausible sea pensar que quizás ambos tengan razón; y este es, de hecho, el mensaje que <em>The Visitor</em> quiere transmitir. Porque en la vida real, el hombre es, ha sido y será siempre, una marioneta en manos de la ley que él mismo ha creado y aceptado, pero, a su vez, es, ha sido y será siempre, una pequeña Antígona dotada de un humanismo por encima de lo escrito.<br /><br /><em>The Visitor</em> es, en definitiva, un conmovedor relato polifónico sobre la vida: a veces de cara, otras de espaldas; y sobre la naturaleza contradictoria de las relaciones humanas: a veces conciliadora, otras excluyente.</p>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-11099450715205064752009-04-27T12:40:00.000-07:002009-07-19T15:30:32.583-07:00Pop culture<div align="justify"><strong>La historia va de ganado pop.</strong><br /><br /><br /></div><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5329469195611121042" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 178px; CURSOR: hand; HEIGHT: 239px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMBXIdqVD1OXu7pAghY7M6EWRDuHQQhyYAhL4bjXJgYCWVatUeraiEgIlXe0zdK5qArlm0gus5uYqjgKCyupRAtp3GDW750J7fsh5OLgTwOUgr_7CyTBP5UShscfvZrWjOy5oNEXW8X_k/s320/Warhol%2520-%2520Cow%2520(1).jpg" border="0" /> <p align="justify"><br />¿Apocalíptico o integrado? A día de hoy, definirse como <em>apocalíptico</em><strong> </strong>o <em>integrado</em> no tiene demasiado sentido, si es que algún día lo tuvo. Nunca me han acabado de gustar ese tipo de dualidades de un maniqueísmo confuso. En todo caso, puede que cuando Umberto Eco escribió su controvertido libro (cf. <em>Apocalípticos e Integrados</em>) fuera más evidente el abismo entre "La Cultura" y la "contra-cultura" -que no deja de ser una forma alternativa de entender la cultura-, dispuesta ésta última a hacer mucho daño o mucho bien, a ser relevante y reveladora, al menos.<br /><br />Esa cultura popular emergente no tardó nada en deshacerse de los pañales y del cochecito. Caminó tanto y tan rápido, que actualmente el abismo se ha convertido en istmo. Todos engullimos cultura, de la ""buena"" y de la ""mala"", sin que ello eleve o desprestigie al consumidor. Lo importante es que cada uno, a fuerza de mucho engullir (no me malinterpretéis), sea capaz de desarrollar su propio criterio.<br /><br />Que tire la primera piedra aquél que viva sin tele cual cincuentona rusa y amargada anclada en la antigua URSS. ¿Rusa y amargada no eran sinónimos? jeje...<br /><br /><br />Para los amantes de la cultura popular:<br /><a href="http://www.artandpopularculture.com/">http://www.artandpopularculture.com/</a></p>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-29259461775176768282009-04-02T12:34:00.000-07:002009-07-09T09:19:21.761-07:00Amor líquido<div align="justify"><span style="FONT-WEIGHT: bold">La historia va de eternos y pasajeros.</span><br /><br /><span style="FONT-STYLE: italic">Puedo</span> componer una canción, un blues, y dedicártelo cada noche antes de hacer el amor. Podemos dormir abrazados todas las mañanas lluviosas de marzo e inventarnos alguna excusa para no ir a trabajar. Puedes beber de mi taza y vivir en mi casa cuando no tengas donde ir. Puedo prometerte que todo esto va a ser así; puedo cumplirlo incluso. <span style="FONT-STYLE: italic">Pero </span>nunca olvides que vivimos en la tierra donde nadie acude a rescatar a Helena porque nadie se la ha llevado; Abelardo no le envía cartas a Eloísa y ella a él tampoco; Príamo no muere por Tisbe, ni Tisbe por Príamo; y Ulises siempre llega demasiado tarde.<br /><br /><span style="FONT-STYLE: italic">Puedes ser muy especial</span>, tanto como para convencerme de no ir a la oficina un lunes por la mañana para quedarme contigo en la cama. <span style="FONT-STYLE: italic">Pero no eternamente, no por mucho tiempo</span>. Si me voy, si te vas, no creas que te vaya a escribir ninguna carta, tú tampoco lo harás. En algún cajón olvidado puede estar la partitura de aquél blues que compuse para ti; puedes pedir a alguien que te lo toque o yo tocárselo a otra persona. Puede que Ulises vuelva, pero nunca bajo la misma apariencia.</div>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-33017131253065645472009-03-26T04:24:00.000-07:002009-07-09T09:19:51.587-07:00Reencuentro<div align="justify"><strong>La historia va de solteros, profesores, alumnas y clientes de un bar.</strong><br /><br />Habíamos llegado a los treinta solos, aunque por aquellos tiempos él ya tenía casi cincuenta y, sí, seguía solo. O quizás demasiado acompañado como para escoger una de entre todas las personas que le rodeaban. Lo vi apoyarse en la barra de aquel bar -uno de los pocos locales "bohemios e intelectuales" que quedaban en el Raval- y me dio la sensación de que seguía siendo un <em>soltero-orgulloso-de-serlo;</em> al menos parecía más feliz que algunos matrimonios con tres hijos, un perro, una hipoteca y unas vacaciones en Castelldefels.<br /><br />Yo estaba sentada a pocos centímetros de distancia tomando aun el primer Martini, mareando el vaso y observando como los cubitos se hacían cada vez más pequeños. Entonces, después de pedir una Moritz al camarero y mientras esperaba a ser servido, giró la cabeza hacia mi y sonrió. Fue un momento de complicidad, pensé que debida al reconocimiento mutuo, pero luego entendí que su gesto era más bien algo así como una señal de compasión y confortabilidad de un individuo solitario encontrando a otro individuo solitario del género opuesto.<br /><br />Al cabo de dos horas, tres <em>gintonics </em>y a unos escasos milímetros de distancia, le confesé entre risas que unos diez años atrás me había hablado sobre la censura en el franquismo y la crisis de sentido (entre otras muchas cosas) y que me sorprendía que los mismos temas que utilizaba entonces para instruir a sus alumnos, los estuviera utilizando ahora para seducirme. Contrariamente a lo que yo esperaba, no se enfadó. Ni por no haberle dicho antes que ya le conocía, ni por el comentario que, según como, podría haberle resultado ofensivo. Simplemente dijo:<br /><br />- Perdóname si es la segunda vez que intento convencerte<span style="color:#ff6666;">(1)</span> con las mismas palabras.<br /><br /><br />... Y de fondo insistía la voz lánguida de Paolo Conte:<br /><br /><em>Via, via, vieni via di qui, </em><br /><em>niente più ti lega a questi luoghi, </em><br /><em>neanche questi fiori azzurri… </em><br /><em>via, via, neache questo tempo grigio </em><br /><em>pieno di musiche e di uomini che ti son piaciuti...</em><br /><em></em><br /><em></em><br /><em></em><br /><span style="color:#ff6666;">(1) </span><span style="color:#000000;"><em>C</em></span><em>onvencerte </em>se vuelve aquí una palabra ambigua. ¿Quería el hombre examinar de nuevo los conocimientos culturales de la narradora y co-protagonista del relato? ¿O bien quería examinar sus habilidades en el catre? Podéis aportar opiniones y proponer posibles finales (siempre y cuando no sean como los de las películas de Disney).</div>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-6091867473166783086.post-82678956848931246042009-03-23T15:13:00.000-07:002009-07-09T09:21:23.398-07:00Combien tu m'aimes?<div align="justify"><strong>Como no, la historia empieza con putas.<br /></strong><br />No sé si nunca habréis topado con el cine de Bertrand Blier. A mi me pasó anoche, buscando alguna excusa para prolongar el domingo y no pensar que al día siguiente era lunes. Di con <span style="FONT-STYLE: italic">Combien tu m'aimes? </span>(<span style="FONT-STYLE: italic">Cuánto me amas?</span>, en español), una estrambótica historia de amor que recuerda a la de los protagonistas de <span style="FONT-STYLE: italic">Moulin Rouge</span>; aunque el conjunto de la película recuerda más bien al teatro del absurdo de Ionesco y compañía, o al peculiar humor del Woody Allen más genuino. Todo acompañado de una banda sonora esencialmente clásica, que remite a las grandes y trágicas óperas italianas. Todo muy surrealista. Vale la pena verla, no por fantástica, sino por inusual y porque Monica Bellucci -la nueva Satine- se pasea en ropa muy provocativa a lo largo de toda la película. Aunque inecesaria, sé que esta última información incitará a más de un@ a verla, más que si me invento que es el último film de Danny Boyle (jajaja...).<br /><br /></div><div style="TEXT-ALIGN: center"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVfkCvNOeZvOXlFBH5S4Jy9s_KXoPQO7T1I_A0edHdtTMmix_IFw0SQUBgGbclacXI4dfB8sdHPZccuGst3TmAkLowCV-L5J8NqSG10gD-8nOQCtWUgFuiQTAWLaYrDOhkUIFTd6ERBGM/s1600-h/combien+tu+m"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5316520875689822994" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 215px; CURSOR: pointer; HEIGHT: 320px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVfkCvNOeZvOXlFBH5S4Jy9s_KXoPQO7T1I_A0edHdtTMmix_IFw0SQUBgGbclacXI4dfB8sdHPZccuGst3TmAkLowCV-L5J8NqSG10gD-8nOQCtWUgFuiQTAWLaYrDOhkUIFTd6ERBGM/s320/combien+tu+m%27aimes.jpg" border="0" /></a><span style="font-family:georgia;font-size:85%;">Algunas escenas de la película<br /></span></div>ASTRID G.http://www.blogger.com/profile/00351731160367306550noreply@blogger.com1