jueves, 26 de marzo de 2009

Reencuentro

La historia va de solteros, profesores, alumnas y clientes de un bar.

Habíamos llegado a los treinta solos, aunque por aquellos tiempos él ya tenía casi cincuenta y, sí, seguía solo. O quizás demasiado acompañado como para escoger una de entre todas las personas que le rodeaban. Lo vi apoyarse en la barra de aquel bar -uno de los pocos locales "bohemios e intelectuales" que quedaban en el Raval- y me dio la sensación de que seguía siendo un soltero-orgulloso-de-serlo; al menos parecía más feliz que algunos matrimonios con tres hijos, un perro, una hipoteca y unas vacaciones en Castelldefels.

Yo estaba sentada a pocos centímetros de distancia tomando aun el primer Martini, mareando el vaso y observando como los cubitos se hacían cada vez más pequeños. Entonces, después de pedir una Moritz al camarero y mientras esperaba a ser servido, giró la cabeza hacia mi y sonrió. Fue un momento de complicidad, pensé que debida al reconocimiento mutuo, pero luego entendí que su gesto era más bien algo así como una señal de compasión y confortabilidad de un individuo solitario encontrando a otro individuo solitario del género opuesto.

Al cabo de dos horas, tres gintonics y a unos escasos milímetros de distancia, le confesé entre risas que unos diez años atrás me había hablado sobre la censura en el franquismo y la crisis de sentido (entre otras muchas cosas) y que me sorprendía que los mismos temas que utilizaba entonces para instruir a sus alumnos, los estuviera utilizando ahora para seducirme. Contrariamente a lo que yo esperaba, no se enfadó. Ni por no haberle dicho antes que ya le conocía, ni por el comentario que, según como, podría haberle resultado ofensivo. Simplemente dijo:

- Perdóname si es la segunda vez que intento convencerte(1) con las mismas palabras.


... Y de fondo insistía la voz lánguida de Paolo Conte:

Via, via, vieni via di qui,
niente più ti lega a questi luoghi,
neanche questi fiori azzurri…
via, via, neache questo tempo grigio
pieno di musiche e di uomini che ti son piaciuti...



(1) Convencerte se vuelve aquí una palabra ambigua. ¿Quería el hombre examinar de nuevo los conocimientos culturales de la narradora y co-protagonista del relato? ¿O bien quería examinar sus habilidades en el catre? Podéis aportar opiniones y proponer posibles finales (siempre y cuando no sean como los de las películas de Disney).

lunes, 23 de marzo de 2009

Combien tu m'aimes?

Como no, la historia empieza con putas.

No sé si nunca habréis topado con el cine de Bertrand Blier. A mi me pasó anoche, buscando alguna excusa para prolongar el domingo y no pensar que al día siguiente era lunes. Di con Combien tu m'aimes? (Cuánto me amas?, en español), una estrambótica historia de amor que recuerda a la de los protagonistas de Moulin Rouge; aunque el conjunto de la película recuerda más bien al teatro del absurdo de Ionesco y compañía, o al peculiar humor del Woody Allen más genuino. Todo acompañado de una banda sonora esencialmente clásica, que remite a las grandes y trágicas óperas italianas. Todo muy surrealista. Vale la pena verla, no por fantástica, sino por inusual y porque Monica Bellucci -la nueva Satine- se pasea en ropa muy provocativa a lo largo de toda la película. Aunque inecesaria, sé que esta última información incitará a más de un@ a verla, más que si me invento que es el último film de Danny Boyle (jajaja...).

Algunas escenas de la película

SOBRE MI

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Tengo veintiún años y desde hace cuatro frecuento la carrera de Humanidades y otros lugares de alterne por el estilo. Soy inquieta, inconstante e inestable. Adoro la calma, pero mi vida es un caos.