viernes, 10 de septiembre de 2010

Today for you, tomorrow too


Tus tormentos/as. Quiero estar. ¿Quieres que esté? ¿Y yo qué? ¿Y yo? ¿Qué?
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jueves, 29 de julio de 2010

Mazinger Z

1.
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Venía buscando tu mirada desde ya hacía un tiempo, aunque no con demasiado empeño, aunque no con ningún plan premeditado, aunque sí con la hormiguita voluntad de que fueras tú quien buscara la mía. O quizás mi empeño y mi plan premeditado se estuvieran desarrollando bajo ésta prudente otra forma. Fuera como fuera, aguanté un largo recreo entrenándome en el juego de tirar la pelota contra la pared y que ésta me la devolviera, mirándote de reojo mientras se la golpeaba, esperando a que hicieras algo. Hasta que un día cogiste la pelota al vuelo tras mi impulso, que para entonces se había convertido en unas bragas horribles con estampado de leopardo. Ahí se estableció el nexo que precede a la mirada; pocas veces hay un nexo que preceda a la mirada, pocas veces es significativo, seguramente no lo fue para nada. Pero me gustó pensar que, aunque aún no lo supieras, ibas a. Y muy pronto.
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lunes, 17 de mayo de 2010

I


Egon Schiele, Girl with Black Hair (1911)



Es la mirada exhausta
–y una luz que se apaga–
ante la confirmación de una certeza,
prudentemente ignorada,
cuyo rostro nadir
señala ahora con dedo lacerante.

Una nuca aprisionada por los cinco dedos de las dos manos.

miércoles, 21 de abril de 2010

Alabama Blues

El desapego. Después de valorar lo que tenía, lo que no tenía, lo que podría haber tenido, lo que esperaba tener y lo que, una vez perdido, azoradamente echado en falta, había decidido que el desapego sería el modo definitivo de eludir el desengaño. Entre otras cosas -y de entre esas, quizás, la mas trivial-, nunca volvería a leer la que consideraba “su novela favorita”, llena de notas al margen, de subrayados de trazo vehemente y de esquinas dobladas. Ya no volvería a doblar esas esquinas, sus preciadas y añoradas esquinas que llevan hasta Alabama. Porque desde ahora Alabama no iba a ser más que Miniápolis, Moscú o La Habana. Desde ahora, Alabama iba a ser solo una región del sureste de Estados Unidos.

lunes, 12 de abril de 2010

Lluvia de ideas

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Un cráter oxidado

El agujero negro

Regar petunias

Fecundar

Absorber

Ser absorbido

Dar

Re...

Un cráter oxidado


Recibir un cráter oxidado

miércoles, 20 de enero de 2010

Tierra de nadie

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«Sean cuales sean sus aspectos, lo cotidiano posee ese rasgo esencial: no se deja aprehender. Escapa. Pertenece a lo insignificante, y lo insignificante carece de verdad, de realidad, de secreto, aunque es quizás también el lugar de toda significación posible».

M. BLANCHOT

lunes, 18 de enero de 2010

Melinda, ciudad invisible

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Habíamos dejado demasiadas casas con prisas en el pasado
y las habíamos dejado de cualquier manera o hechas un desastre,
o si no nos habíamos ido sin pagar el alquiler.

RAYMOND CARVER



Melinda es como tú quieras que sea. Desde el habitante más genuino hasta el que sólo la franquea para dirigirse a su destino, pasando por el inmigrante del este y el turista del oeste, todos ellos tienen derecho a opinar sobre ella y a modificarla a su antojo. El capricho de cualquiera se ve saciado en Melinda: el cielo puede ser cian, turquesa, lapislázuli, aguamarina —incluso verde, magenta o morado— según el pie con el que te hayas levantado hoy, pero mañana, si quieres, puede ser de otro color y estar seis palmos más cerca de tu cabeza que el día anterior. Es lo que viene a ser un traje a medida que, por mucho que oscile la topografía del cuerpo a lo largo de los años, siempre tendrá sus costuras bien amoldadas a cada surco de la piel.

Cada día y varias veces en un mismo día, Melinda reinterpreta, reinventa y reedita su apariencia dando lugar a nuevas formas cartografiadas o inimaginables. Su inconmensurable versatilidad, sin embargo, hace que no tenga una identidad axiomática a la que apelar ni un referente común con que uno pueda sentirse seguro y protegido en una noche de invierno de cielo morado (que quizás es la cálida mañana color turquesa de nuestro compañero de piso, si atendemos a lo antes dicho).

Después de un tiempo —o tan sólo de un rato—, Melinda, una de las que habías creado, pierde todo el interés que pudiera haber tenido en un principio: es hora de dar paso a una nueva. Uno se despide de sus Melindas con el mismo ímpetu delirante con que liquida las últimas tareas de la oficina y corre para poder coger el tren de las nueve y siete con toda esa muchedumbre anónima que también regresa a sus casas al caer la tarde. Ese afán de mutabilidad hace que no te puedas encariñar ni amar a una por encima de cualquier otra, y no sólo eso, sino que también es habitual que cada vez sean más y más concretas tus exigencias hacia lo que ella puede ofrecerte.

Nadie cree que Melinda vaya a aguantar mucho en esta trepidante carrera transformativa, pero, mientras no se queja, todos siguen embadurnándola con el inconstante cariz de sus ambiciones y de sus frustraciones.

sábado, 9 de enero de 2010

En un momento cualquiera

Golpeó su espalda contra los azulejos de la cocina
y fue resbalando hasta el suelo sin prisa.
Lamentó haber olvidado el vino encima de la mesa,
demasiado lejos de ahí abajo,
demasiado cansada para levantarse, para cogerlo.
Prefirió estar consciente y sentada
que borracha y de pié.




... y en un momento cualquiera, en un lugar cualquiera,
seguro que alguien también estuvo cayendo.

SOBRE MI

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Tengo veintiún años y desde hace cuatro frecuento la carrera de Humanidades y otros lugares de alterne por el estilo. Soy inquieta, inconstante e inestable. Adoro la calma, pero mi vida es un caos.