El desapego. Después de valorar lo que tenía, lo que no tenía, lo que podría haber tenido, lo que esperaba tener y lo que, una vez perdido, azoradamente echado en falta, había decidido que el desapego sería el modo definitivo de eludir el desengaño. Entre otras cosas -y de entre esas, quizás, la mas trivial-, nunca volvería a leer la que consideraba “su novela favorita”, llena de notas al margen, de subrayados de trazo vehemente y de esquinas dobladas. Ya no volvería a doblar esas esquinas, sus preciadas y añoradas esquinas que llevan hasta Alabama. Porque desde ahora Alabama no iba a ser más que Miniápolis, Moscú o La Habana. Desde ahora, Alabama iba a ser solo una región del sureste de Estados Unidos.
miércoles, 21 de abril de 2010
lunes, 12 de abril de 2010
Lluvia de ideas
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
SOBRE MI
- ASTRID G.
- Tengo veintiún años y desde hace cuatro frecuento la carrera de Humanidades y otros lugares de alterne por el estilo. Soy inquieta, inconstante e inestable. Adoro la calma, pero mi vida es un caos.